Luego de repetidas expediciones hacia la zona norte de nuestro país por parte de los conquistadores españoles, la Villa de Durango fue fundada oficialmente en el año de 1563,
por el Capitán Francisco de Ibarra, pero no fue sino hasta los siglos XVII, XVIII y XIX, que esta hermosa capital de la Provincia de la Nueva Vizcaya tiene un extraordinario crecimiento, indiscutiblemente ligado al auge económico, producto de la importante producción de oro y plata de las minas localizadas en la región de las quebradas de la Sierra Madre. Para el año 1833, sólo el mineral de San Dimas había producido 55 mil millones de pesos, aunque ya con anterioridad, el mineral La Candelaria, propiedad del rico minero Juan José Zambrano, había hecho posible la construcción de uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de la ciudad: El Palacio de Zambrano y Teatro Coliseo, hoy Palacio de Gobierno y Teatro Victoria.

Al ser Durango declarado capital eclesiástica de todo el Noroeste de la Nueva España, la necesidad de cimentar sólidamente la “conquista espiritual”, aunada a la marcada religiosidad española,  hacen que fluyan las donaciones de los ricos mineros y hacendados de entonces, destinadas a la construcción de templos y conventos. La Catedral de Durango es el ejemplo más significativo de este ímpetu de construcción.

Ven y asómate al pasado de esta maravillosa ciudad colonial. En su hermoso Centro Histórico, casi mil edificios construidos a lo largo de tres siglos te esperan: barrocos, neoclásicos, neogóticos o eclécticos, testigos mudos de los grandes momentos de la historia de esta ciudad.